Como consecuencia de las condiciones ambientales actuales, nos enfrentamos a la presencia de micropartículas invisibles en suspensión cada vez que respiramos. El elevado nivel de contaminación del aire incrementa inevitablemente la cantidad de contaminantes químicos, físicos y biológicos en el interior de los edificios.
La calidad del aire depende de la cantidad de partículas en suspensión que contenga. Estas partículas, tanto finas como gruesas, pueden permanecer en el aire durante varias horas, pudiendo además transportar alérgenos y polvo, así como virus activos (por ejemplo, el Covid-19).